lunes, 17 de agosto de 2020

RESEÑA DEL LIBRO "El problema de Spinoza" de Irvin D. Yalom


      Bruma de oro, el occidente alumbra

la ventana. El asiduo manuscrito

aguarda, ya cargado de infinito.

Alguien construye a Dios en la penumbra.

Un hombre engendra a Dios. Es un judío

de tristes ojos y de piel cetrina;

lo lleva el tiempo como lleva el río

una hoja en el agua que declina.

No importa. El hechicero insiste y labra

a Dios con geometría delicada;

desde su enfermedad, desde su nada,

Sigue erigiendo a Dios con la palabra.

El más pródigo amor le fue otorgado,

el amor que no espera ser amado.


BARUCH SPINOZA, de Jorge Luis Borges


 Alternando dos historias entrelazadas en dos épocas diferentes, la del filósofo Baruch Spinoza, en el siglo XVII y la del ideólogo nacionalsocialista Alfred Rosenberg, en el siglo XX, Irvin D. Yalom desarrolla el argumento de esta novela en torno a la resolución de una cuestión relacionada con el filósofo judío Baruch Spinoza. Una cuestión que fastidiaba sobremanera a los fanáticos como Rosenberg: ¿Por qué el pensamiento de un judío fue tan estimado por Goethe, el insigne escritor germano? ¿Qué razón le llevó a Goethe a estar tan obsesionado con la Ética como para portarla en su bolsillo durante un año? A fin de cuentas, ¿puede un alemán “de verdad” aprender algo de una “raza inferior” como la judía? Está claro que no, desde esta perspectiva y la explicación que se sigue de ésta es que Spinoza no fue realmente un judío, si fue capaz de crear una obra estimable para la humanidad y, especialmente, para un genio alemán como Goethe. 

  Aunque Goethe dejó de lado los prejuicios que pudiese tener acerca del origen de Spinoza, no le ocurrió lo mismo a los nazis. Y de ahí surge el “problema de Spinoza”. Bajo él reside el racismo; un “ismo” como otros muchos que se centra en las diferencias, en este caso en aquellas que existen entre las razas, considerando que hay una, la “elegida”, que posee unas características que la hacen superior a las demás. Uno de los aspectos más valiosos de este libro es que nos muestra lo fácil que es vivir en el dogmatismo, la mayoría de las veces sin percatarnos de ello y, además, apunta al posible antídoto para éste, el diálogo socrático, aquel que con su función de deconstrucción dinamita esos dogmas. Por un lado, el médico psicoanalista intentará hacerle ver a Rosenberg la irracionalidad de su antisemitismo y, por otro lado, Franco, amigo de Spinoza, le señalará sus prejuicios, uno de ellos muy común en su época, aquel que consideraba a las mujeres poco dotadas intelectualmente. Si la cura spinozista para las pasiones tristes, aquellas que nos debilitan, residía en potenciar las pasiones alegres, ese prejuicio no le estaba permitiendo al filósofo disfrutar del diálogo con aquellas mujeres que estuviesen intelectualmente a su nivel. Pocas había, es cierto, porque a la mayor parte de ellas no se les permitía el acceso a la educación por razones religiosas y culturales, pero “haberlas habíalas”. 

 Otro de los aspectos a destacar de este libro es la manera en que Yalom, muy hábilmente, consigue exponer la filosofía spinozista a través del recurso del diálogo , así como también, a través de éste, podemos hacernos una idea de la inquietante personalidad de Hitler y de la dependencia emocional, casi devocional, que le profesaba Rosenberg al Führer. 



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