martes, 8 de septiembre de 2020

RESEÑA DEL LIBRO "Treblinka" de Jean-Francois Steiner


El tono del libro es completamente insólito: ni patetismo ni indignación, sino una frialdad calculada y, a veces, hasta un humor sombrío. El horror es evocado en su futilidad cotidiana y casi como por descontado. Con voz que rechaza todo acento demasiado humano, el autor describe un mundo deshumanizado. No obstante, se trata de hombres; el lector no lo olvida, y ese contraste provoca en él un escándalo intelectual más profundo, más duradero que ninguna emoción. Sin embargo, el escándalo es solamente un medio. Steiner ha querido ante todo comprender y hacer comprender. Ha conseguido plenamente su propósito." Simone de Beauvoir, extracto del prólogo de Treblinka.

 Mi abuela paterna era una ávida lectora. Una rareza para una mujer de su edad. Una de las consecuencias de la Guerra Civil fue la incultura generalizada, una situación de miseria social e intelectual, por la que muchas personas se convirtieron en analfabetas. Cuando mi abuela murió, mi padre rescató su biblioteca. Uno de aquellos libros era Treblinka de Jean-François Steiner y me llamó la atención su prefacio, escrito por la filósofa francesa Simone de Beauvoir. ¿Por qué Beauvoir había prologado este libro sobre un campo de exterminio judío situado en la Polonia ocupada por los nazis? Había muchísimos libros sobre el tema del holocausto. ¿Qué tenía de especial éste? 


  Steiner era judío. No estuvo en los campos de exterminio, pero quería comprender por qué sus familiares, asesinados en Treblinka, habían sido tan sumisos. ¿Por qué no se habían rebelado contra sus opresores? Al menos, habrían muerto luchando por su libertad. La juventud judía tampoco comprendía que sus antepasados aceptasen resignados su sacrificio. La lectura de este libro aporta claridad a este asunto. Simone de Beauvoir hace referencia a un fenómeno sociológico examinado por su compañero, el filósofo Jean-Paul Sartre. Los oficiales SS dividían en grupos a los prisioneros al llegar al campo de concentración. Además, introducían una jerarquía en estos grupos. Existían los prisioneros privilegiados y los parias. Con la estrategia de “divide y vencerás”, los oficiales nazis tenían casi todo el trabajo hecho. Conseguían que los cautivos se tuviesen rencor y rivalizaran entre ellos, no sintiéndose ya parte de ninguna comunidad judía. Se diluía la identificación cultural y religiosa y no se organizaban entre ellos contra el opresor común. Así, con esta fórmula sencilla y efectiva, los SS consiguieron someter fácilmente a sus prisioneros.


 Beauvoir destaca el tono desapegado y analítico del libro de Steiner. Se trata de una clarificación racional de los hechos, a partir de entrevistas con los supervivientes del campo de exterminio Treblinka. Steiner no se sitúa en una posición de víctima, sino de investigador. Una postura similar a la que mantuvo la filósofa judía Hannah Arendt cuando asistió como corresponsal de la revista New Yorker a los juicios de Nuremberg. Después de reflexionar acerca de todos los testimonios, Arendt llegó a una conclusión que sintetiza en el concepto de la banalidad del mal. Arendt señala que los actos más viles son llevados a cabo por personas insignificantes, burócratas como Adolf Eichmann, que se limitaba a obedecer órdenes, aunque al hacerlo llevase la muerte de millones de personas, organizando la llegada de judíos a los campos de exterminio. No hay nada más peligroso que un tonto eficiente. Y no hay duda de que Eichmann y los oficiales SS de Treblinka realizaron de manera ejemplar la tarea que se les encomendó.

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